
- Una colombiana casada con un coterráneo que vivía en Ecuador con su hijito ecuatoriano, que se estaba mudando a vivir a Santiago de Chile y sólo podría reunirse con su esposo e hijo recién a fin de año.
- Un nicaraguense que vive en Méjico y que había ido a pasar sus vacaciones a Rio de Janeiro que destacaba la belleza de las playas de Acapulco pero se quejaba de que los hoteles que las rodean forman un inmenso paredón que las ocultan.
- Una señora mendocina de unos 60 años que viajaba con su padre, señor ya de unos 80, hacia Palmas de Mallorca y que, cual adolescente, se escondía de su papá para fumar.
- Un brasilero de Brasilia que, al intentar salir de Ecuador, se enteró que no podía volver a su país por no tener puesta la vacuna contra la fiebre amarilla. Alerta: si vas a Ecuador (y a algunos otros países) ponete la vacuna por lo menos unos 10 días antes de salir de viaje o no podés volver.
- Un chico colombiano que estaba viviendo en Australia desde un buen tiempo atrás que ya llevaba 15 horas de vuelo sobre el lomo y que, haciendo escala en Santiago de Chile, se quedó dormido y no escuchó el llamado de su vuelo a Colombia. Lo mandaron en vuelo hasta Ecuador y, de ahí, partir para su tierra.
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